La caída del pelo suele ser deprimente, pero también puede presentarse lo contrario: la depresión puede derivar en la pérdida de cabello, al tratarse de un estado que genera estrés.
Situaciones que derivan en la depresión, hacen que se presente un trastorno capilar llamado efluvio telógeno, el cual es conocido como alopecia más frecuente después de la alopecia androgénica.
También te puede interesar: ¿Cómo cuidar el cuero cabelludo?
Se trata de una alteración en el ciclo capilar que provoca que los folículos pilosos que se encuentran en la fase de desarrollo se precipiten inmediatamente al periodo de caída o fase telógena.
Al mismo tiempo, la depresión hace que se disminuya la segregación de serotonina y se promueve la producción de corticoides. Se trata de un cambio hormonal que estimula las glándulas sebáceas y la reducción de oxigeno intrafolicular. Como consecuencia, el cabello se debilita y termina cayéndose.
También te puede interesar: Técnicas seguras de restauración capilar con la Dra. Liliana Reina
Esa caída del cabello asociada a la depresión suele ser temporal. Depende del tiempo en que la persona se mantenga en ese estado. Cuando lo supera, debe terminarse. Aun así, la recomendación es utilizar un tratamiento de fortalecimiento capilar. La alopecia emocional debe ser combatida desde un abordaje multidisciplinar que priorice el tratamiento psicológico.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida de Reina Hair Transplant (@reinahairtransplant) el